Hoy me siento triste e
insegura, aunque demuestre lo contrario. No quisiera sentirme así porque tengo
a un DIOS todopoderoso y quisiera
que las cosas no me afectaran pero no sé qué pasa que aunque los problemas no
sean míos me desestabilizan.
No siempre es fácil
mantener el ánimo, la energía, la fuerza o el optimismo en el lugar más alto.
Suceden cosas o situaciones que nos hacen vulnerables, que nos apenan y dejan
la puerta abierta a la tristeza.
Creo que es
contra producente no dejarnos sentir, el tapar rápidamente eso que nos hace
sufrir, y sobre todo el perderte el diálogo contigo mismo para aclararte qué
está pasando y que te ha llevado a sentir de esa forma.
Yo sé que tengo
montones de cosas para salir de esta melancolía pero me he dejado llevar por mi
sentimiento de tristeza para conocer qué es lo que lo estaba causando. Me ha
dado permiso para llorar y dejar que mis lágrimas hablaran.
Con este momento de
tristeza he aprendido que es muy importante permitirse sentir, sea lo que sea,
en este caso tristeza, porque me he dado cuenta de lo mucho por lo que tengo
que dar gracias y sonreír a la vida.
Que la tristeza me
permite desahogar todas las penas y así me puedo librar de este sentimiento.
Que es fundamental
quererse a una misma para luego
poder amar a los demás.
Que es importante que
centre mi atención en aquellas cosas que me gustan y me apasionan porque son las
que me hacen ser lo que yo soy y en las que puedo dar lo mejor de mí.
Sentiré desconsuelo,
aflicción, pena y muchas otras emociones, pero también me daré cuenta de que
cuando llega la tristeza es un buen
momento para recordarme que fije mi atención en las cosas que de verdad
importan.
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